miércoles, 31 de octubre de 2018

El tren

Las diez de la noche. Un tren lleno. Una mujer cansada que solo quiere llegar a su casa. Lleva casi 48 horas sin dormir y todavía le queda una más para llegar a la estación. No pasará nada si cierro los ojos unos minutos...

Una inquietud la despertó. No fue un sonido, sino simplemente la nada, un penetrante silencio: ni el motor del tren, ni el chirrido que este producía en su paso por las vías, ni las conversaciones de los pasajeros. Abrió los ojos y se encontró con la completa oscuridad. El tren se había detenido en pleno trayecto: a la derecha podía ver un par de vías, a la izquierda el campo iluminado por la luz de la luna.
La ansiedad la inundó. Respira, respira. Se habrá detenido un momento. Miró la hora: las tres. ¿Cinco horas? Habían pasado cinco horas? ¿Por qué nadie me ha avisado?
De repente, una voz ahogada la sobresaltó. Al principio no podía distinguir palabra alguna, pero al escucharlo por quinta vez supo descifrarlo:
Ayuuuuuuda
Venía del final. La mujer se levantó y se dirigió hacia la agonizante voz. Sus ojos se empezaban a adaptar a la falta de luz: ya podia distinguir los diferentes asientos. Uno, dos, tres, cuatro, cinco… llegó al fondo del vagón. Al principio no encontró a la dueña de la voz, pero un gorgoteo le indicó que se encontraba debajo de los asientos. Se agachó y una mano huesuda le agarró la muñeca con tanta fuerza que pensaba que se la iba a romper.
¿Señora? Calmese, estoy aquí, déjeme ayudarla a levantarse.
Noooo dijo, sollozando―, se han ido, pero van a volver, escóndete niña, corre mientras puedas o acabarás como los demás…
―¿Qué... qué ha pasado?
Ya vienen, los puedo sentir...
Le agarró el otro brazo y tiró de ella con mas fuerza que la que debería tener una persona de tan avanzada edad. Cayó encima de ella, pero la anciana pareció no percatarse.
El sonido de algo arrastrándose le llegó a los oídos. Era un sonido indescriptible, algo que parecido a lo que produciría una garganta ahogándose. Se asomó: dos sombras estaban en la puerta del vagón, intentando entrar. La mujer tuvo el impulso de levantarse para pedirles ayuda pero algo, un instinto de supervivencia, activó señales de alerta en su mente. Tenía miedo, notaba como el pánico intentaba escarbar en sus sentidos, sentía como se paralizaba y horribles escalofríos le recorrían la nuca y la espalda. Decidió confiar en su instinto y quedarse quieta. Intentó moverse para no aplastar a la anciana pero esta se lo impidió agarrándola mas fuerte. Notó algo húmedo en la espalda y en las manos. La anciana estaba temblando debajo suyo.
Unos segundos más tarde, las dos figuras entraron en el vagón. La mujer tuvo que contener un grito cuando la luz de la luna los iluminó: la figura que iba delante parecía encontrarse en plena metamorfosis. En algún punto fue una niña de unos doce años pero ahora su piel se estaba volviendo translúcida, los músculos se le estaban deshaciendo y su espalda se estaba encorvando alarmantemente. Todavía tenia rastros de ropa y de pelo, pero su cara se estaba desfigurando: no tenia ni labios ni párpados, sus globos oculares eran opacos y reflejaban una increíble sed de sangre. La criatura que la seguía predecía el destino de la chiquilla: un ser esquelético cubierto de una fina piel que colgaba en algunos puntos, unas enormes cuencas vacías, unos colmillos amarillentos que se confundían con el resto del cráneo, unas largas uñas y unas orejas puntiagudas. La anciana agarró con más fuerza a la mujer.
Shhhh. Wendigos, son wendigos... no nos pueden ver, pero perciben las vibraciones y los sonidos, así que calla muchacha.
La mujer le clavó las uñas en la mejilla. Le estaba haciendo daño. Los dos wendigos pasaron por delante. Un metro, dos metros, tres...
Respiró con alivio. Estaban entrando al siguiente vagón. La anciana apretó con mas fuerza. La mujer intentó liberarse, pero era casi imposible. Le estaba clavando las uñas en la mejilla y su otro brazo le oprimía el pecho. Intentó empujar el brazo y con ello un trozo de carne salió volando. El pánico inundó sus pulmones.
Estate quieta niña, solo será un momento. Tengo hambre...
Luchó, se movió. Consiguió ensanchar el agarre unos centímetros. Levantó la cabeza y vio que lo que antes había sido una mano anciana, ahora se había convertido en un mar de garras conectadas a algo esquelético. En su oído empezó a escuchar el mismo sonido que las dos criaturas habían emitido hacía apenas unos minutos. Consiguió liberar el brazo derecho. Se agarró al marco de la ventana y se puso en pie usando toda su fuerza. Lo que antes había sido una anciana agonizando se le agarraba ahora en la espalda como una garrapata. La mujer se lanzó de espaldas contra la pared, esperando que el golpe la liberara. La wendigo empezó a gritar. Era un grito espeluznante: aterrador, penetrante, horrible. Miles de clavos se le incrustaron en la cabeza. Un grito semejante al de la anciana sonó a la derecha de la mujer, otro más alejado, dos a la izquierda. Los wendigos de antes estaban volviendo.
Notó algo caliente y húmedo en la oreja derecha. Instintivamente se llevó la mano a la oreja y con sorpresa se dio cuenta de que no estaba. ¡Se la había arrancado! ¡Y podía oír como la estaba masticando! Aprovechó la distracción para finalmente liberarse propinando tres golpes secos a la cabeza de la criatura.
Liberada, echó a correr hacia la puerta de salida. La anciana la empezó a seguir. Los dos wendigos se le unieron. Apareció un tercer wendigo. Y otro más. Cogió carrerilla, se impulsó con los asientos y propinó una patada a las puertas, pero estas se resistieron. Venga, venga, vamos... Otra patada. Un ligero movimiento le indicó que estaba funcionando. Los wendigos estaban demasiado cerca. La última patada: las puertas cedieron.
Le esperaba una pequeña pendiente de unos diez metros. Dudó. Uno de los wendigos le agarró el brazo. Se tiró y cayeron los dos. Empezó a rodar incontrolable. El wendigo se desprendió de ella y se precipitó hacia una piedra. Ella tuvo más suerte: aterrizó en el pasto. Se mantuvo unos segundos tumbada, recuperando el aliento.
Se levantó lo más rápido que pudo y echó a correr.
Le picaba mucho la piel, le dolían las manos, se le estaban resecando los labios de una manera muy anormal. Se miró las manos: su piel se estaba cayendo, sus uñas se estaban endureciendo. No, no, no, no...
Un chillido agudo detuvo su paso. Se quedó paralizada. Algo estaba al acecho. Otro chillido acompañado por un aleteo. Miró hacia arriba. Una veintena de enormes criaturas aladas estaban rodeando el tren. Tenían cabezas de cabra, cuerpos humanoides y alas de murciélago. Las criaturas demoníacas sobrevolaban los wendigos. Unos cinco wendigos echaron a correr hacia ella: una de las criaturas aladas se precipitó hacia ellos y los engulló en un solo movimiento.
El cielo temblaba, mejor dicho, chillaba: las nubes estaban tintadas de un rojo escarlata. De repente, un tentáculo oscuro se asomó por una de ellas acompañado por un penetrante rugido.
Se empezó a marear. ¿qué estaba pasando?
El infierno, esto es el infierno.



Cuatro cartas


Don Álvaro de Campos

Sauchiehall St., 931

G31 3AW Glasgow (Escocia)



8 de octubre del 1931

Madame Blavatsky
Würzburg, (?)
80331 Würzburg (Baviera)

Mi querida Helena;

Hace poco me he mudado a la zona oeste de Glasgow. Lamentablemente, he de dar por perdido mi Oriente y me siento vaciado, cansado. Me comentó nuestro querido Aleister que seguías en Würzburg lejos del barbudo Coronel y muerta hace ya tres décadas. Pocos días le puedo dedicar a la lectura, pero si te permites salir de tus cámaras secretas intenta encontrar el poemario que mi amigo Fernando ha publicado. Me preocupa algo.  

No creo que te suponga molestia alguna relatarte mis inquietudes, pues sabemos que Fernando se ha movido entre las sombras del tiempo y dentro del esplendor del Mensaje me agoniza las premoniciones que ha sufrido.

Camufla entre el orden de sus versos una preocupante llegada, como aquella de la que hablaba António, pero esta es peligrosa. Tres veces hay que cantar, dice, al monstruo del fin del mar. Tres veces hay que cantar, al monstruo del fin del mar. Tres veces, Rey Don Juan, hay que cantar al monstruo del fin del mar.

Helena, querida, temo que Fernando haya premonizado la llegada de lo que todos temíamos en la Orden hace ya diecisiete años. La llegada del Adamastor.

Ruego que me escribas, estés donde estés. Es importante.



Sator Arepo Tenet Opera Rotas



Don Álvaro




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Don Álvaro de Campos

Sauchiehall St., 931

G31 3AW Glasgow (Escocia)


16 de octubre del 1931

Madame Blavatsky
(?) , (?)
(?) Baviera (Alemania)

Mi querida Helena;

Gracias por contestar con rapidez. Tenía una sospecha escondida de que estuvieses muerta. Veo que estás al tanto del Mensaje que nos ha dejado Fernando. A mí también me preocupa su estado actual. En la última carta me comentó sobre el año de su muerte y fumé como en Manchuria. ¿Sabes, Helena, que Aleister ha ido a verle? Ha aprovechado el escándalo del Mensaje para viajar a Cascais y encontrarse con Fernando en la Boca del Infierno. Recuerdo cuando estudié los escritos secretos que Sir Frazer dejó para la Orden que hablaba de la Boca como una de las entradas a Inferno junto al Gauri Shankar y la Fosa de las Aleutianas. Si uno de los doce gigantes despertaba seríamos nosotros, la Orden, quienes debiéramos hundir al monstruo en sus propias profundidades. 

Me siento como vaho respirado, esclavo cardíaco de cada instante que me pisa y unge su huella sobre mi cabeza. Helena, sería mi mayor deseo poder reunirme contigo cerca de Lisboa. Si es posible, que también venga tu cuerpo. Le diré a Thomas que he de viajar a Portugal porque Fernando ha caído enfermo. No creo que me ponga pegas a ello. Últimamente, el río que atraviesa mi aldea está desbordado. Las aguas del Atlántico norte se están enfadando y los heraldos locales solo hablan de un viento tropical residual que ha llegado a nuestras costas. Debemos impedir el despertar de Adamastor.

Sobre lo que comentas, San Pablo, no creo que sea él la causa del despertar. Cuando hablé con Fernando dos años después del Día Triunfal me explicó una teoría de las sirenas que estaba desarrollando un amigo en Praga: en el silencio se encuentra el conjuro. El último sortilegio. 

Ruego que me escribas, estés donde estés. Busca el conjuro, por favor. 



Sator Arepo Tenet Opera Rotas

Don Álvaro


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Don Álvaro de Campos

(?), (?)

(?) Lisboa (Portugal)


22 de octubre del 1931

Madame Blavatsky
(?) , (?)
(?) (?) (?)

Mi querida Helena;

Gracias nuevamente por contestar y concertar nuestro encuentro en Lisboa. Me encuentro de camino. Llegaré, con suerte, esta noche. El tiempo está empeorando y cada vez más rezo a los antiguos dioses para que no sea el Despertar. Me alegro de que me enviaras la copia del conjuro. Fernando ya no contesta a las cartas. Ayer anoche, en las noticias salió la desaparición y posible muerte del ocultista Aleister Crowley. Sé que ha sido un espectáculo, pero quien realmente me preocupa es nuestro querido Fernando.

Hace diecisiete años, Helena, ¿Te acuerdas? Fue el Día Triunfal, el día en el que Fernando Pessoa cayó como un peso muerto sobre la mesita de té de Rose y cuando despertó escribió durante cinco lunas los siete cantos de la lluvia. Cuando los pudimos leer vino hasta Ricardo desde Brasil y para qué, si no entendimos nada de lo que decía. ¿Te acuerdas? Se ilumina la iglesia dentro de la lluvia de este día. Me alegra oír la lluvia porque ella es el templo encendido. Estaba loco. Pero recuerdo que todo encajaba. Ahora lo recuerdo… ¿Te acuerdas? Dime que te acuerdas del monstruo. Dímelo cuando me veas. Es ahí, ahí donde lo vio. Vio al gran monstruo del fin del mar. 



Sator,

Álvaro




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?

(?), (?)

(?) (?) (?)



Madame
(?) , (?)
(?) (?) (?)

Mi querida;

Han sido diecisiete años en cinco días lo que ha tardado la Orden en morir. Me alegra haberte visto una última vez. Tenía razón Aleister, que en paz descanse, sobre tus treinta años muerta. Lo siento. No me di cuenta. Creí que era aquel monstruo a quien debíamos enviar a las profundidades. Hoy tu cuerpo descansa allí. Bajo el mío. Bajo el nuestro. 

El Mensaje que me preocupaba no era más que un pasatiempo. No se trata de nada serio, ¿sabes? No se trataba de nada serio. Creí que era algo importante y que debía avisarte. Pocos quedábamos en la Orden y los Doce seguían dormidos. Creía. Cuando Orfeo hablaba de los Doce se refería a titanes. Cuando Ossian habló de ellos los puso como gigantes. Frazer habló de la lluvia. Tu hablaste de San Pablo. Hablaste de la lluvia.

Lo siento, he dejado de escribir por un buen rato. El barco me ha embrujado con el humo de sus chimeneas. Lo he pensado. Sé qué está pasando. Sé qué hacer. Helena, querida, ¿no lo ves entre sus versos? Es él. Fue el primer sortilegio quien despertó al Adamastor y será el Mensaje aquel que augure



Ruego que me escribas, estés donde estés. Busca el conjuro, por favor. 



Sator Arepo Tenet Opera Rotas

Don Álvaro




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Las cuatro últimas cartas de Don Álvaro a Madame Blavatsky. Fue el inspector Quaresma quien las encontró envueltas con un chal negro, a orillas de la Boca del Infierno. Las reportó junto a cinco velas negras, una carta mágica y un extraño sombrero que no pintaba nada en la escena del crimen.



La bruja más anciana

Se asoma a la ventana
y mira en la noche más oscura,
buscando alguna escoba,
una risa maligna,
que acompañe a su madeja de plata.

Pero no encuentra,
los ojos amarillos
apenas ven ya.

Coge el palo de escoba,
recoloca el chal, recoge la falda.
Las articulaciones
se le quejan a gritos
y deha escapar un largo suspiro.

Pero se monta,
rodillas quejumbrosas
sobre la escoba.

Salta por la ventana
y vuela, con su vuelo raquítico,
lento, triste, sencillo,
volando a ras de suelo,
sin prisa por la reunión embrujada.

Pero llegará,
la acunará la luna
hasta el destino.

La bruja más anciana
con bastantes más de quinientos años,
va haciendo su camino.
Le espera el akelarre
y sus hermanas: hijas, nietas, muertas.

La comodidad de la tumba

Todos los huesos de la calavera crujieron en un escalofrío al mismo tiempo, como si supieran que faltaban horas para la noche más terrorífica. Moll, que era una calavera relativamente joven, odiaba con cada una de sus vértebras la noche de Halloween, ya que implicaba tener que dejar la comodidad de su ataúd, con su Netflix de ultratumba y sus tests de Buzzdeath, para salir al mundo de los… Sólo con pensar en esas criaturas Moll ya volvía a temblar. Su yo racional entendía perfectamente que ella, en un horrible pasado, también había sido una de esas criaturas, pero su yo paranoico y caótico (que claramente era el que mandaba en sus huesos) no podía evitar temer a esos vivos y felices humanos.
Pero el deber era el deber, y si se negaba a salir de su tumba, actuando como la adolescente dramática que en el fondo era, todos sus privilegios de calavera se acabarían: no más muertellamadas con el guapo de Caronte y, peor aún, no más gusanos rellenos para desayunar. Y eso sí que la calavera no lo podía permitir.
Era la primera vez que Moll pisaría el mundo de los vivos siendo una calavera, pero aún recordaba las horribles noches de Halloween de cuando aún era un joven e inocente zombie. Recordaba el terror mudo que le provocaban las idioteces que cometían los humanos, así como quedarse afónica después de ser perseguida por tantos y tantos perros (y una memorable vez también la persiguió un conejo). Después, llegaron los años de transición, cuando no era ni zombie ni calavera, e incluso sus compañeros de cementerio la miraban con cierto asco. Así que consiguió el permiso para quedarse en la tumba hasta que por fin fuera una bonita y reluciente calavera.
Sin embargo, el momento había llegado, después de tanto tiempo, Moll tendría que volver a pisar el cemento de los humanos y tristemente, no lo haría siendo una calavera preciosa, sino un simple y mundano saco de huesos andante.  Por lo menos, le había tocado el trabajo más fácil de la noche: asustar a jóvenes universitarios. Gracias a Netflix, Moll sabia que estos estarían demasiado ocupados estudiando como locos o bebiendo… como locos para darse cuenta de su presencia, de modo que podría deslizarse tranquilamente por sus vidas sin preocuparse demasiado por lo de asustar y centrarse en no ser asustada.
Finalmente, llegó la hora de salir a la calle de los horriblemente vivos. Con un suspiro, Moll chasqueó sus falanges para abrir el portal que, de hecho, era uno de los pocos privilegios que no le importaría perder. ¿Para qué quería ir al mundo de los vivos si podía quedarse calentita en su ataúd y limitarse de vez en cuando a visitar la biblioteca del Inframundo? Pero el precio para hacer esto era asustar unos cuantos humanos vivos (o al menos intentarlo) y, suspirando otra vez, Moll cruzó el portal.


Si Moll aún tuviera ojos estos le habrían caído de las cuencas de la sorpresa. Con la mandíbula colgando exageradamente, la calavera volvió a comprobar la dirección del papel. Sí. Esa era la casa. Moll se alegró de haber desobedecido ligeramente las normas y haberse arreglado un poco para la ocasión (llevaba su tutú de raso negro favorito y se había decorado los huesos con rotulador permanente), pues esa casa definitivamente lo merecía: estaba rodeada de  rodeada de tumbas y telas de araña que ondeaban con la brisa, Moll no pudo evitar sentirse como en casa. Aunque probablemente todo fuera falso.
—¡ Por fin has llegado! —susurró una voz con emoción detrás de su nuca. Moll giró el cráneo para ver quién hablaba (y de paso, si era un humano, asegurarse un primer susto). Con estupor, se encontró con la calavera más atractiva que había visto: no tenía ni una grieta  y se movía con una sorprendente elegancia para ser todo huesos viejos. Con una reverencia anticuada, dijo:
—Encantado de conocerte. Lates a tu servicio. Hacía mucho tiempo que te esperaba.
Moll musitó un “encantada” sin entender qué hacía esa calavera allí: había insistido en trabajar sola, pues así podía escaquearse sin que nadie la delatara.
—¿Es esta la casa número 13 verdad? Tengo entendido que en su interior hay 8 universitarias esperando ser asustadas —dijo finalmente, intentando sonar profesional.
—Esperando, esperando… no creo —respondió con media sonrisa la calavera, mientras se acercaba a mirar por la ventana, desde dónde se podía ver a las chicas dormidas en el sofá, mientras una peli de terror también intentaba asustarlas sin éxito—. Ummm, si están dormidas no podemos hacer nada ¿no? Vaya me suena que eso decía el reglamento —razonó Moll, que tenía previsto agarrarse a esa excusa con todas sus fuerzas.
Lates rió con fuerza pero, sorprendentemente, la mandíbula no se le desencajó.Moll lo contempló en una mezcla de admiración y desconfianza: era demasiado perfecto.
—Los cuerpos muertos y sus reglamentos. Sois adorables.
—¿Y tu no eres un cuerpo muerto? —preguntó Moll confundida.
—Claro, claro… —musitó la calavera mientras se alejaba por un caminito del jardín—. Ven, anda.
Finalmente, la calavera se sentó encima de una de las tumbas que adornaban la casa.
—Creo que tú y yo nos conocemos —afirmó con seguridad la calvera y, a continuación, dijo— He tenido que mover muchos hilos para que estuvieras aquí esta noche. ¿te he dicho que adoro vuestra burocracia? Es tan fácil de manipular…
—¿Quién eres? —preguntó Moll horrorizada, mientras mil teorías se disparaban en su cabeza. ¿podía ser que fuera un humano? No, los humanos tienen demasiada carne lo habría notado…
—No soy un humano— respondió con sencillez la calavera, mientras sus dos cuencas parecían mirarla con intensidad—. ¿No te acuerdas? —preguntó Later tras unos segundos, ligeramente sorprendido— Tú te ocupaste de que no lo fuera. Y la verdad, te lo agradezco.
Fue entonces cuando Moll recordó el episodio que había supuesto un castigo por el accidente mortal con ese humano, que fue la causa de su castigo y que ahora estaba justo ante sus cuencas. Los jueces habían pensado que el peor castigo para Moll, como calavera, era no poder subir al mundo de los humanos y, en ese momento, a ella le había parecido que más que castigarla le estaban dando las mejores vacaciones, pero ahora…
—Pero tú no puedes ser una calavera… —susurró Moll mientras retrocedía—. Yo lo comprobé en los registros…
Fue entonces cuando se dió cuenta de por qué los huesos de Lates eran tan artificialmente brillantes y perfectos: eran huesos de plástico.
—Eres un fantasma —dedujo, mientras el pánico la invadía.
—Exacto. Pensé que así no te asustarías. Me enseñaste muchas cosas esa noche —afirmó Lates con una sonrisa. Sin embargo, de repente, giró la cabeza bruscamente. Todos los huesos de Moll temblaron cuando ésta dió cuenta de que no estaban solos.


—No puedo creer que nos hayamos dormido. Que se duerma Mar, vale. ¿Pero el resto? —se quejó una de las universitarias.
—El examen de esta mañana de crítica no ha quitado todas las pocas energías que nos quedaban —respondió otra con un susurro.
—¿Pero estáis seguras de que es buena idea esto de ir a pedir truco trato? Ya no somos niñas, aunque algunas por mentalidad lo parezcan …
Moll no esperó a saber la respuesta, corrió tan rápido como sus huesos le permitían mientras que una gruesa oscuridad lo invadía todo. Lejos, Moll escuchó a Lates gritar que le esperara, pero Moll siguió corriendo, hasta que finalmente la envolvió la nada.


Al despertarse, todos los huesos de Moll temblaron al mismo tiempo, como si supieran que se acercaba la hora de volver al mundo de esos horribles humanos. Moll odiaba con cada una de sus vértebras la noche de Halloween y, por si fuera poco, llevaba cien años soñando con el mismo maldito sueño.




sábado, 29 de julio de 2017

Libros para cuando no quieres leer

A todos nos pasa. En algún momento de nuestra vida nos ocurre. Por mucho que nos guste la literatura, por mucho que amemos a los libros y reverenciemos a las letras. ¿Y sabéis qué? Es normal.

Totalemente normal.

Yo, Arilyn, me he encontrado en esa tesitura. Sobretodo porque estudio literatura, tengo que leerme un montón de libros que no me leería motu proprio, y eso es la mierda. Porque eso implica que leer se va convirtiendo en un pequeño suplicio. Y cuando llevas dos años de carrera estás ya hasta las narices. No es raro.

Sea por lo que sea, en el fondo si estás aquí es porque quieres leer. Porque quieres querer leer. Y aquí estamos Los Ángeles de Dante para ayudarte, siempre a tu servicio. Pero antes de nada, antes de recomendar libros, me gustaría decirte unas cuantas cosas. Para que las tengas en cuenta y sea más fácil volver a enamorarte de la lectura. 

  • No pasa nada. Repítelo como un mantra. Métetelo en la cabeza. Es natural pasar por épocas en las que no apetece leer. Y se le puede poner remedio, con calma y paciencia.
  • Respira hondo. Cálmate. No hay necesidad de presionarte para leer. Sobretodo porque te gusta leer, sólo que ahora no te apetecía mucho, y quieres cambiar eso. Poco a poco.
  • Es imposible (o altamente improbable) que de un día para otro te quieras leer Guerra y paz, Crimen y castigo o Anna Karénina. Vamos a asumirlo cuanto antes para no hacernos daño, y lo mantendremos en mente. Vamos a ir poco a poco, sin pegar acelerones bruscos.
  • Con todo y con eso, hay que aspirar a lo más alto. Como diría Húmedo Von Mustachen, lo imposible lo puede hacer cualquiera, intentemos lo imposible. Si se hace, se hace a lo grande. Vamos a proponernos grandes metas y, si no las conseguimos, no pasa nada. Es mejor dejar un libro a la mitad que ni siquiera cogerlo. Mayormente porque te has leído la mitad, y eso es mejor que nada. Vamos a intentar hacer muchas cosas, sólo para ver cuántas logramos.
  • Escoge lecturas en la lista de pendientes. Es muy probable que tengas una lista de lecturas pendientes (escrita en tu diario, en un blog o en tu cabeza), lecturas que no encontraban su momento. ¿Hay mejor momento que ahora? Piensa en leer esos libros que despertaron tu curiosdad o que supiste que te iban a gustar y ponte con ellos antes que nada. Procura que sean lecturas ligeras, nada de cosas complicadas y muy grandes*. 

 ¿Estamos preparados? Es importante que te lo repitas, que no te agobies. No pasa nada, estamos aquí para divertirnos.Y, ahora sí, mis recomendaciones:

Personalmente, empecé a leer bastante en primaria, y yo necesito pasarlo bien leyendo. Así que sí, la primera recomendación es pillar libros que te gustaron al principio. No te digo que te leas todos los de Kika Superbruja, pero tampoco que no lo hagas. Puede ser divertido volver a leer sobre esas cosas. Pero bueno, si quieres algo un poco más pensado, te recomiendo las sagas de Ulysses Moore y Skulduggery Pleasant. Puede parecer una estupidez, pero son divertidos, te los puedes leer en una tarde en la playa y te lo pasas bien. Personalmente, creo que la saga de Ulysses está genial, pero Skulduggery me da más cosas de las que me molan (a saber, coches chulos, pistolas y un poco de violencia y chistes fáciles, nada que un crío no pueda soportar, pero todo lo que una joven adulta puede disfrutar). En el panorama de lo puramente humorístico y español, tenemos a mi super favorito Manolito Gafotas, cuyo último libro salió hace relativamente poco, por cierto. Manolito ha sido mi compañero en los veranos más divertidos de mi infancia, y se merece ser recomendado (pero me parece fatal convertirlo en lectura obligatoria en el colegio, eso le quita toda la gracia a sus libros). Y si eso no os resulta suficientemente mágico, podéis recurrir a Fairy Oak y todos tan amigos.

Si ves que eso es ir demasiado hacia atrás, puedes pasearte por los libros obligatorios del instituto. Seguro que alguno te gustó. Personalmente, me gustaron mucho Ideas de bombero y La filla de la nit (en castellano no vale, que yo me leí la versión en valenciano y era precioso, y no es tan difícil). El primero es curioso, porque se puede leer al menos de tres maneras diferentes, aunque si he de ser sincera, el motivo por el que me gusta tanto es que menciona la escena del camarote de los Hermanos Marx, y a mí con eso me conquistó. La filla de la nit es una historia ligerita sobre vampiros coherentes. Vamos, todo lo que pudo ser Crepúsculo y no fue. Que si quieres rememorar todo aquello que leíste en su día y ahora sabes que es mejor no decir nada, puedes releer la saga. Te aseguro que no se te caen los ojos al suelo.

Esa es otra. Si te va más la chic lit, ni te lo pienses. Tírate a por ella. De cabeza, de bomba o como mejor te venga. Si ves que Bridget Jones es la solución a tu problema con la lectura, abrázate a ella. Busca todo lo que te resulte estimulante, y si eso incluye vampiros que brillan o chicas en triángulos amorosos, yo no veo el problema. 

Ahora me vas a decir que esto no es para ti. Vaya. Bueno, tengo algunas recomendaciones más, por supuesto. Si quieres algo grande y gordo y te va la épica medieval con dragones, sí, te voy a recomendar Canción de Hielo y Fuego. No son las mejores novelas (mucha gente me ha dicho que George no escribe bien), pero a mí me han gustado. Se leen relativamente bien, son tochas y, bueno, te pueden echar una mano para recordar las anteriores temporadas de la serie o para plantearte que llevan publicadas tantos años que lo mismo los podías haber leído antes. Y no salgo de George (ni de Poniente) para recomendarte El caballero de los Siete Reinos, un libro cortito, con tres relatos sobre ser Duncan el Alto, entretenido, cortito y oye, para leer entre que esperas el próximo capítulo de la serie y tal, pues muy bien. 

Si te va la fantasía pero Juego de Tronos no es lo tuyo, prueba con los universos de los Reinos Olvidados o Dragonlance. Lo bueno que tienen es que son parte de Dragones y Mazmorras y, oye, si las novelas te saben a poco, tírate a jugar, a ver qué tal. Aquí tienes un montón de historias increíbles, un montón de autores y muchísimas ediciones. Recomiendo especialmente la trilogía inicial de Drizzt Do'Urden, porque R.A. Salvatore es el puto amo, y son brutales. Y son los primeros que leí y de verdad que dan ganas de seguir leyendo. Si lo de ir bajo tierra no es lo tuyo, prueba con la saga de Los Arpistas, que es brutal. 

Siguiendo el rollo, puedes ir a por el Mundodisco de Pratchett, donde habla de muchas cosas, con humor y fantasía. y no voy a decir mucho más, porque luego me llaman pesada y eso. Mundodisco el universo, no el libro, que también.

¿Fantasía sí pero elfos no? Bueno, puedes tirar por Pere Calders. Tiene muchas cosas buenas, la primera, que sus antologías de cuentos son entretenidas y son cuentos, así que no tienes que leer mucho rato. La segunda, que te hacen pensar (si quieres) y que te puedes echar unas risas. Por supuesto, no todo el mundo tiene el mismo sentido del humor, pero bueno, si te van las cosas raras, no veo por qué no. Siguiendo con cuentos, Cristina Fernández Cubas también lo peta bastante, yo me leí Mi hermana Elba y los altillos de Brumal y ni tan mal.

Si no quieres fantasía y quieres tirar por algo así más... histórico, puedes recurrir a los nazis. Fueron unos cabrones, pero nos han dejado mucho hueco para crear, y La ladrona de libros me parece un libro sobre nazis bastante bueno. Sobretodo porque no habla tanto de nazis como de otras libros y también porque es absolutamente necesario leer el libro para que la peli te emocione de verdad. Y si prefieres un ámbito nacional, y puedes prescindir de nazis, puedes empezar por La sombra del viento y ver a dónde te lleva.

Podríamos seguir, pero creo que si has llegado hasta aquí, te he recomendado bastantes cosas, probablemente estás un poco hasta el gorro de leer (MIRA, YA HAS EMPEZADO, AHORA SÓLO TIENES QUE SEGUIR, YUUJUUU), y seguro que tu lista de lectura es larga. Espero que también tengas unas pocas ganas de leer, que de eso se trata. Y, bueno, espero que esperes a ver las recomendaciones del resto de Ángeles, porque también se han enfrentado a este bloqueo lector y tienen sus propias soluciones. 

Agua dulce y risa fácil hasta que volvamos a vernos.**





*Consejo de Arilyn: No te pongas con grandes clásicos. Si estudias literatura porque les querrás prender fuego, y si no, porque la mayoría son demasiado espesos para realmente pillar ritmo de nuevo. Nunca se sabe, ciertamente, pero lo mejor sería no jugarte el tipo a la primera de cambio 

** y ganas de leer a cascoporro, que eso es lo que necesitamos de verdad. 


sábado, 15 de julio de 2017

El primer caso: En busca de los libros de Gregoria

Hoy, Los Ángeles de Dante se complacen en traeros una novedad. Concretamente, ofrecemos nuestros servicios como detectives de libros. ¿Tienes poco tiempo? ¿No sabes dónde buscar? ¿No recuerdas exactamente qué libro buscas? No hay problema: manda un mail a angelesdedante@gmail.com y te echaremos una mano. No es gratis, pero es relativamente barato y, de hecho, tienes más probabilidades de conseguir ese libro que buscas que si piensas que ya lo buscarás el fin de semana, cuando tengas tiempo. Sabes que preferirás tumbarte en la piscina con un helado antes que ir a la caza de un libro esquivo. Pero no te preocupes, Los Ángeles de Dante estamos aquí, y te ayudamos.

Qué publicidad tan gratuita, ¿no? Pues un poco, pero es que tenemos los resultados de nuestro primer caso. Ha sido un encargo entre Ángeles, y es que Gregoria necesita unos libros para el año que viene, y yo, Arilyn, me he ofrecido a buscarlos por ella. Estos son los resultados de mis pesquisas, en un informe algo informal, pero bastante informativo.

Sin más dilación, os dejo los resultados de mi investigación:





CASO 001
En busca de los libros de Gregoria

LIBROS A BUSCAR:
El Quijote
Crimen y castigo
Robinson Crusoe

OBJETIVO:
Que nos salga lo más barato posible. Preferiblemente, a dos euros por libro.

(no es un caso especialmente difícil, la verdad)

OPERACIÓN:

  • 18:15
Salgo de mi base en busca de los libros. Me he planificado la ruta para poder buscar en librerías con posibilidades de éxito.

  • 18:20
Llego a la primera tienda. Cruzo los dedos.
  • 18.30
Salgo de la primera tienda. Sólo había una edición decente del Quijote, pero iba a salir por un pico, y tampoco era para tanto. Sigo buscando. Lo ideal sería encontrar los tres libros en una única tienda, para que el precio fuera mejor. A ver qué consigo.

  • 18:40
De momento consigo perder el autobús. 24 minutos para el siguiente. ¡JA! Llego antes andando.

  • 19:00
Me falta la mitad del camino, no voy muy cansada. Menos mal, porque en la parada por la que voy faltan 16 minutos para que llegue el autobús. Bien mirado, tampoco me queda tanta distancia.

  • 19:17
He llegado a la segunda tienda. Menos mal, porque fuera me estaba empezando a derretir. A BUSCAR.

  • 19:21
He encontrado a Robinson Crusoe, pero en principio no he encontrado los otros.

  • 19:32
He encontrado una edición bien del Quijote. Dan ganas de leerselo y todo.

  • 19:34
Creo que también he encontrado una buena edición de Crimen y castigo.

  • 19:44
Logro desbloqueado: he conseguido los tres por 2 euros el libro y, bueno, me he conseguido un par para mí.



RESULTADO:
Tres libros de tres conseguidos, en una tarde, por el precio buscado. Éxito total.





Y ahora, con este precedente de éxito, ¿no os damos un poco más de confianza como detectives de libros?


jueves, 15 de junio de 2017

INICIO

Palabras chirriantes que se esconden en la boca de mi garganta;

ellas gritan, me recriminan; me suplican por una explicación.

Sin compasión, mi mirada gélida desdibuja la visión de la realidad y poco a poco creo ver los fantasmas de mis propios engaños. Los engranajes que mueven este destartalado cuerpo comienzan a girar automáticamente; mi mente se esconde bajo las mantas de mi prisión.

Palabras resentidas que se suicidan en un nudo silencioso;

si tan solo ellas desaparecieran....

pero un mar de semillas putrefactas se filtran por el mecanismo.

Sin emoción, mi sonrisa oculta el lugar del crimen y poco a poco ni el sol ni el aire se atreven a atravesar el escudo de mi rostro. Los tumores que han invadido este destartalado cuerpo comienzan a germinar; mi oscuridad alimenta una zarza confusa.

La carne se desgarró. No recuerdo que me doliera o que me causara emoción alguna. Entre el agobio y la insensibilidad abrí mi corazón para tan solo encontrar el vacío.

A penas percibo el transcurrir de los días desde entonces pero prefiero flotar en esta niebla plomiza que sentir en mí los tercos rayos de sol; me dan migraña.

La zarza se secó. Recuerdo que su cáscara se convirtió en polvo y las heridas internas en muescas. Entre la tormenta y la calma ahora me pregunto qué es lo que debo hacer.

- Sta. Rigoberta.


miércoles, 26 de abril de 2017

¡Pan!


¿En qué piensas?


Eeeem... en nada en concreto.



Llevas diez minutos mirando esa miga de pan, la que se te ha caído cuando desayunabas. Dime, ¿en qué piensas?



No tiene sentido que te lo explique. Lo sabes perfectamente, lo que pienso.



Ya. pero es mejor que lo digas tú. 
Desembucha.



No sé que hacer con mi vida...



No, eso no es lo que te pasa. Di la verdad.



Pero... ¡Es verdad! Tengo miedo... todo el mundo sabe lo que quiere hacer... están predestinados a hacer algo. Yo... yo no tengo ningún tipo de pasión. Ni oficio, ni beneficio. Nada de nada.



No digas tonterías. 

Primero, no me seas egoísta. Diciendo esto, estás asumiendo que solo TÚ estás sufriendo. 
Segundo, esa negatividad... parece que llames a gritos que necesitas atención. 
Claro que tienes pasiones, no te las niegues, porque entonces sí que dejarás de tenerlas.


Es que todo el mundo parece tan seguro, confiado, decidido... yo me aburro en el presente, en la cotidianidad, el día a día... y no miro más allá: no aspiro a nada.



Eso lo haces porque tú quieres. Eres muy capaz de conseguir lo que te propongas. Tu problema es que te has acomodado demasiado bien en el flujo del presente. 

No aspiras a nada porque no quieres, eso es lo que quiero decir... Vamos, que la pereza te puede.


No es pereza... ¡es miedo!



Es pereza.



… ¡miedo! Miedo al fracaso.



De acuerdo, eso te lo acepto. Es pereza y cobardía. 



¿por qué eres así? Me estás haciendo sentir peor...



Soy así por tu culpa. Si sigues así, te acabarás hundiendo de verdad. No serás nada, una miseria. Serás como esa miga de pan que tanto miras y que ahora estás desmigajando todavía más. Serás un resto de lo que eres, un fragmento de lo que fuiste... Del mismo modo que una miga fue pan.


¡No quiero ser una triste miga! ¿qué debo hacer? ¿por dónde empiezo? 



No lo sé, eso lo tienes que descubrir tú. Por mi parte, no puedo hacer nada más. 
Yo ya he cumplido. 


Entonces, te dedicas a criticarme por mis acciones, o... mis no-acciones y luego dices que no puedes hacer nada, que no sabes como arreglarme. Eso es contradictorio. ¡Es injusto!



¡¿Injusto?! 
Si te digo que no puedo hacer nada ¡es porque no depende solamente de mí! ¡No voy a empujar solamente yo el carro! Ya lo he hecho durante demasiado tiempo... E inútilmente. 
No puedo ayudarte porque hay un obstáculo que me lo impide: y ese obstáculo ¡eres tú! 
  

Vale, vale... lo intentaré.



No, ''lo intentaré'', no. Lo harás. 
Por nuestro propio bien.




Y así, colocó su dedo índice encima de los restos del pan y presionó hasta que se adhirieron todos. Se levantó y a continuación se dirigió con paso ligero hacia la cocina. Allí, se posicionó delante de la basura y con la punta del pie, presionó la palanca que abría la tapadera y, antes de tirar la miga desmenuzada, murmuró: 


No permitiré convertirme en una miga de pan. No soy una miga ¡SOY PAN! 


Dejó que los pedazos se desprendieran lentamente del índice y, finalmente, con un golpe cargado de energía, cerró la tapa de la basura.

- Alice.

martes, 25 de abril de 2017

La rosa efímera

23 de abril, la fecha más esperada para algunxs, y el día como cualquiera para otrxs, yo, soy del segundo grupo. San Jordi está bien, las rosas son bonitas, los libros son satisfactorios, y los regalos entusiasman. Pero en este año no me apetecía salir a ver las paraditas de la rambla, ni me apetecía observar a parejas felices andando con rosas en cada mano, mas sabiendo que yo no iba a recibir ningún regalo. Digamos que me resultaba indiferente ver como  Paseo de Gracia estaba a reventar de gente contenta, con paraditas de libros que no podía permitirme comprar, y rosas, que a medida que transcurría el día, decaían.

Además, también era el día del libro, y a mi pues, me apetecía leer un libro nuevo, deleitarme con cada una de sus palabras, y olvidarme de todo lo que me rodeaba. El día del libro tendría que ser para aprovechar el tiempo libre para perdernos en ese mar de historias ficticas y saborear cada uno de sus punto y coma. Decidí leer en el jardín de casa, con la gata acariciándome y ronroneando pidiendo cariño, y las “canciones” incomprendidas de los pájaros de fondo. Antes debía sacar la basura, sí, tanto romanticismo no podía ir muy lejos, siendo yo la que lo escribe.  Me vi dispuesta a ir a tirar esa bolsa llena de cosas que nos fueron útiles y  agradables en su momento, pero que ya nadie quería: como la rosa cuando muere y ya no conserva su rojo vivo. Y por mi sorpresa, me encontré una rosa justo en la ventana de mi habitación. Y yo pensé “la primera rosa que recibo en San Jordi, y no sé si se la ha dejado alguien o si realmente es para mi... bah, tampoco te alucines -me dije- seguro que se habrán equivocado”.  Pero mi espíritu princesa disney no me dejó ser darks y decidí cogerla, la esperanza es lo último que se pierde. Me fije detenidamente en la rosa, puesto que me pareció ver algo escrito en uno de sus pétalos, y ciertamente, tenía razón, ponía “Sí, es para ti”. No sabía si emocionarme porque eso era muy de película romántica, o echar a correr. Pero no, “¡qué cojones!” por una rosa que recibo en mi vida... ¡me la quedo!. Eso era muy extraño, demasiado, pero yo era feliz, dejé la rosa en casa y salí a sacar la basura como si de una bolsa  de diamantes se trata, estaba más contenta que Blancanieves cantando.  Por el camino pensaba en quién iba a ser el misterioso de mi lista de admiradores invisible. Quizá era un acosador. No sé, me daba igual. Porque simplemente me había tomado aquello como algo ficcional, como si yo perteneciera a un cuento de esos con final feliz.


Al volver a casa fui al jardín, esperando cumplir mi único objetivo de ese San Jordi: leer. Pero vaya, ese admirador/desconocido-misterioso me había  chafado mi plan, no podía concentrarme en la lectura, pues solo pensaba en quién podía ser, y no me concentraba en lo que me contaba la señora en la historia.


Observaba la rosa y pensaba en que aquella era la flor más bella que había visto jamás, tanto por su rojo intenso, sus pétalos relucientes, y su significado. Aquella rosa me había devuelto las ganas de ilusionarme por algo, me hizo pensar en que yo puedo ser interesante para alguien. Mi autoestima se recogió ella misma del suelo y se reformuló.
Sinceramente, me moría de ganas por saber quién había sido, y qué rostro tenía, pero al mismo tiempo no quería conocerlo: quería mantener la chispa, la llama del misterio, era una tortura placentera. La ilusión y la imaginación era lo más bonito que me había entregado esa persona.
Al final, cansada de tanto pensar y darle vueltas ese misterio irresoluble, me perdí en la lectura de esa historia de mares y brujas.
Al día siguiente -pobre de mí- me levanté más temprano que los días festivos anteriores, pues, volvía a la temerosa rutina universitaria. Iba ponerme guapa, pero beh, qué pereza, “si en realidad solo deseas volver a casa y eso que aún no has ni salido”. Pero bueno, superé mi yo perezoso y  decidí ir.
Me iba a ir de camino a la estación cuando me encontré  con algo en la ventana de casa. “Te estás empezando a hacer pesado, eh” dije sonriendo. Ésta vez era un libro , “Lo efímero” de Lara Redson. Dentro había escrito algo:
Espero que este libro no te resulte tan efímero como el pintalabios que a veces llevas, la rosa que te regalé, o como la vida misma. Disfruta sin prisa de estas historias, sin pensar en que en algún momento terminarán, y trata de verte como una de las protagonistas, que yo, si quieres, te acompañare en tus aventuras.

Recuerda que lo efímero es lo que nos mantiene vivas, lo que nos hace ilusionarnos por la vida.  quizá debamos empezar a disfrutar el vivo recuerdo de estas sensaciones experimentadas, y no lamentarnos por no ser eternas. Te aseguro que si lo fueran, no las valoraríamos  como hacemos ahora, ni nos harían tan felices. 

-Ella
“¿Ella? Vaya, pues... rectifico lo anterior dicho: "pesada”. Sonreí como una niña pequeña, sabiendo que tenía las mejillas más rojas que la rosa de ayer. "Trataré de seguir tu consejo, "ella",-¿ o debería decir "tú"?- pero aviso: soy muy impaciente.

-Gregoria



miércoles, 19 de abril de 2017

Emma va al cine

Las pelis de miedo y yo no nos llevamos demasiado bien. Bueno, yo no me llevo bien con ellas: me parece que ver una peli simplemente para pasarlo mal es absurdar y precisamente por eso siempre las he evitado a toda costa. Hasta el sábado pasado.

En ese cálido y feliz sábado de semana santa, mi familia y yo, que ibamos en el coche un pelín perdidos, descubrimos un cine. Tengo una ligera obsesión con los cines en general, que en las vacaciones alcanza un nivel crítico, en especial desde que han cerrado el videoclub y el cine del sitio donde veraneamos. Así pues, mis ojos no podían creer que allí, en medio de la nada, hubiese uno. Tan cerquita del piso. Cuando mis padres propusieron ir a ver una peli estaba sin habla de la incredulidad. En especial porque mi madre no comparte para nada mi amor por el cine, al contrario.

Esta se dirigió con pasos seguros hacía la taquilla. "Vamos a ver lo que hagan primero", chilló mientras todos intentábamos alcanzarla. Los cuatro nos quedamos mirando en silencio la cartelera, buscando sin demasiada suerte un título familiar. Mi padre propuso ir a ver la del "Bebé jefazo", pero mi madre, mi hermana y yo fingimos no escucharle. La única peli que hacían a esa hora (a parte del Bebé pesao ese) era Life. De repente me acordé de que había visto el tráiler con mi novio y que habíamos dicho de ir a verla: unos astronautas en su nave espacial. Nada de qué preocuparse.

O eso pensaba hasta que la señora de la taquilla nos preguntó si todos teníamos más de doce años. (Sip, en un mes haré veinte años pero hay gente que me pregunta si ya tengo los doce.)Entonces las alarmas de cabeza empezaron a retumbar, pero una parte de mi seguía siendo optimista: había visto un montón de carteles por Barcelona y los tres protagonistas parecían contentos y felices:



Claro que, por mala suerte, no había que la peli tenía un segundo cartel:


No hace falta que os diga que lo pasé fatal. De verdad, no estoy hecha para esta clase de películas. Mi hermana pequeña aún se ríe de mí: me pasé media peli abrazada a ella con más fuerza con un pulpo. Realmente no es una peli que te haga pasar miedo, sino que es de esas que te hacen pasarlo mal. El argumento es simple: seis astronautas están en una nave donde investigan la posibilidad de que haya vida en Marte, que la hay y, sea dicho de paso, es muy mala. Creo que lo que me hizo pasarlo tan mal (hasta el punto que temblaba) fue el hecho de que estubieran encerrados como conejos en una nave en medio del espacio...

Salimos del cine en shock.  Mi hermana fingía estar alegre, pero en realidad había pasado tanto miedo como yo. Mi padre no paraba de murmurar lo bien que nos lo habríamos pasado viendo la peli esa del bebé. La única que salió realmente contenta fue mi madre. Le había encantado la peli, la bióloga que hay en ella no paraba de dar palmaditas, mientras que yo, apretando aún los dientes de los nervios, sabía que no podría comer calamares o pulpos en mucho tiempo...

Pero bueno, que la peli no está nada mal. Que casi me provoque un infarto demuestra, sin duda, que cumple con su absurdo propósito de dar miedo y crear suspense. Si sois de los que difícilmente empatizan con los personajes, adelante, vedla.


Aquí tenéis el tráiler. Por lo visto debí quedarme dormida, o algo, porque, aunque enseña muy poco,  deja bastante clarito de que va la cosa.

La próxima vez haré caso de mi padre...