viernes, 30 de diciembre de 2016

Cadenas de fantasmas.

Nada me satisface. Todo parece lo mismo.

¿He perdido el color? ¿He perdido la esencia?

Es todo gris, es todo insípido.

¿Qué me ocurre? ¿El mundo siempre ha lucido así?

Mi fuego sigue encendido pero no puedo sentir su calor, sus llamas han perdido luz. Ni siquiera estoy triste, solo me produce decepción. Mis ojos no pierden ante la vivacidad de aquellos expuestos en la pescadería, viajan e incluso observan mucho más que desde el mar. Mis labios están quietos, no producen arrugas, silenciosamente juzgan y mis cejas los ayudan. Ostento una expresión de desdén, de aquellas que piden a gritos ser descompuestas, sin embargo, no puedo hacer nada, mi cuerpo es niebla.

A todo le encuentro defectos. A todos los veo ridículos.

¿Está en mi o está en el inmenso otro?

Frustración. Impotencia. Resentimiento. Inferioridad.

¿Por qué estoy tan llena de ira? ¿Es vacío o enfado?

Duermo día y noche, no sueño nunca. Me arrastro sobre mis dos pies mientras olfato, audición y tacto se deshacen entre las telarañas que comienzan a tapar mi marmólea figura. Dentro de mí crece y crece la rosa del Laurel, crece y crece bella y marchita y sin faltar a su naturaleza me envenena. Lentamente, mi propia arpa perforada por palabras cobardes se ahoga entre nudos y silencios. El aire pesa sobre mis hombros y me encorva, me doma, me hace esclava de un fantasma. No estoy encadenada, soy libre pero me quedo quieta, renuncio a mi movilidad, me rindo ante la vida, me limito a observar.

Todo a mi alrededor se ralentiza o coge todavía más velocidad, que más da.

¿Importa algo? ¿Qué es eso tan maravilloso que todo el mundo persigue?

Simplemente dejadme dormir.

¿Soy humana? ¿Qué soy?

De tantas preocupaciones mi mente huyó que me quedé a solas con la calma, una calma letal e inocente. No alcanzo a comprender como algo tan necesario puede ser a la vez tan repugnante, me quedé a solas con un espejo y en el reflejo no estoy yo.


- Sta. Rigoberta.





miércoles, 21 de diciembre de 2016

Te deseo, pero diferente

Buenas noches
Hoy quiero dirigirme a ti, tuúque no me lees.
¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿Y por qué has aparecido así en mi vida, tan repentinamente?
¿De dónde has salido, querida criatura de este mundo cruel?
No lo sé, y creo que tampoco tengo la necesidad de que estas preguntas sean contestadas.
Lo que pasa es que... me gustas. No me gustas a lo cursi, a lo amor, oh dulce amor, no, me atraes. Y aun no sé porqué. ¿Conoces esa expresión de tiene algo?,  pues tú tienes algo-mucho que me atrae con fuerza.
Primeramente me fije en tu sonrisa -no es que sea la más bella que he visto en mi vida- es que tu sonrisa, creo yo,  transmite, no me preguntes el qué. Pero  yo  veo cierta ironía y cierto sarcasmo en ella. ¿Qué escondes? me pregunto continuamente.
Más tarde me fijé en tu  tez.-tampoco es la más perfecta que he visto- pero parece suave, y en cierta medida, delicada. Ojalá poderte acariciar, me conformo con que sea solo una vez.
Luego... tu olor, tu fragancia personal,  propia, que solo tienes tú -o los que comparten el mismo perfume, pero como tu no hay dos(o sí)- pero este, es solo una vía , un camino para acordarme de ti. Cuando te tengo cerca, cierro los ojos, y sonrío al notar tu fragancia, pues,  me recuerda tu presencia.
Tu voz, no es que sea la más dulce, ni siquiera la más bonita, no obstante, con ella , expresas pensamientos atrevidos y sinceros, a partir de una voz que esconde una cierta inseguridad.  Hablas poco, pero cuando quieres transmitir unas ideas propias, lo haces sin tapujos. Estos contrarios, quizá sean los causantes de mi atracción: valentía, decisión/ miedo, ocultación. Tienes construido un escudo que te protege de todo mal, o al menos,  el que tú puedas evitar. Pero tampoco soy quién para hablar de ello, ni siquiera te conozco para juzgarte.
Me ha costado dar el paso y hablarte... de hecho, cuando me rozaste por primera(sí, primera, claro) vez, sentí una sensación electrizante. Pero cuando empezamos a charlar, ya empecé a formar una imagen de ti, que nace un poco de la realidad inerte, y un poco (mucho) de lo que yo he querido crear. Muchas veces te abres y me hablas... y aunque yo me fije en tu mirada penetrante(pese a que me cueste mantener la mirada), y ponga los cinco sentidos en escucharte, no puedo lograr entenderte. Pero me he formado una cierta idea: somos distintos, pero iguales. Creo que he llegado a la conclusión de que tenemos unas vidas un poco paralelas, aunque vaya, tu vida es mucho más excitante. Además, tenemos visiones distintas de las mismas ideologías que compartimos. Es extraño pero es así. Tu eres así, me haces reflexionar y replantearme hasta la propia existencia con tus argumentos tan lógicos. Y yo, te miro con carita de: no sé qué me estás contando pero waw.
Vamos a ver, que tampoco nos vayamos a flipar, no es que esté enamorada de ti., ni mucho menos No sueño con que seamos pareja, formemos una familia y  tengamos una hija que se llame Juani. No, yo siento algo diferente, y especial. Tu formas parte de un sueño, de una imaginación, de algo, dicho de alguna manera "utópico".
Cuando pienso cursimente en ti, imagino conocerte más  profundamente, acariciarte como ya he dicho anteriormente, abrazarte, y poco más (bueno, y un beso, un único beso). Es extraño, lo sé, tampoco pretendo fingir sentir cosas que la gente "normal" siente. Además, me planteo una cuestión: primero de todo, ¿existes? ¿o es que solo eres una creación mía? Que tampoco me decepcionaría. Puesto que, tengo clarísimo que tú y yo, siempre seremos separados por esta conjunción "y".  Pero vaya, convertir estos delirios en realidad es hacer que pierda su esencia. ¿Qué gracia tendría soñar, pensar en algo imposible, que te da una sensación de deleite si se convierte en algo "real"? Pierde su magia, la realidad no es tan bella como la que figura mi imaginación. (tú me lo recuerdas constantemente, me haces sentir como un gusano ilusionado en un mundo de crueldad y engaños)
 Me gusta pensar en ti, en imaginarte, en ponerme música romántica y observarte de lejos  como si fuera un videoclip, pero nada más, eres algo más bien... ¿platónico?. Solo te recuerdo en momentos específicos, y mañana, seguramente, no me acuerda de este texto, ni de ti.
Con esto decir que, no hay sentimientos fijos, perfilados, no hay un amor eterno  romantizado y ya. Hay más cosas, hay más sentimientos, más sensaciones, no todo se limita a lo que explican las comedias románticas, hay distintas maneras de amar, creo yo. Yo deseo, deseo algo distinto, ni sexo, ni amor, algo que solo yo voy a comprender.
Yo
Siento
Cosas
Porque soy persona, y es lo habitual.
No soy partidaria del código binario de las cosas.

-Gregoria

martes, 20 de diciembre de 2016

Cómo NO ligar

Esta es, sin duda, una de las entradas más personales que haré así que sed buenxs conmigo.  Llevo un tiempo con novio, pero antes de eso mi vida amorosa y la de una piedra eran iguales. Si no me créeis, seguid leyendo y así podréis admirar mis dotes para el ligoteo. Aquí van mis consejos:

1. Si te invitan dí que no. 
 Pasó en la Universidad, (en realidad ni siquiera sé si realmente quería ligar conmigo pero a mí me gusta decir que sí). Un chico con el que me hablaba en clase me pidió los apuntes y a cambio se ofreció a invitarme a algo. La cosa fue más o menos así:
-De verdad, Emma, muchas gracias. Te invito a lo que quieras.
- Oh no, tranquilo. No me molesta.
- Ah vale, guay.
- Eh.. pero bueno ahora que lo dices me apetece una fanta. Y ummm, un donut.
Después de invitarme con una sonrisa forzada nunca se supo nada más del señor de los apuntes.

2. Pero si el que te invita es un australiano guapísimo, por dios, dí que sí. 
De las pocas veces que una parte de los ángeles de Dante nos hemos aventurado juntas a una disco, LIGUÉ. De verdad, puede que ellas no lo recuerden (o lo nieguen)  PERO LO HICE. Y... lo mejor de todo es que era GUAPO. Como siempre estuve muy elocuente, muy coqueta:
- Hello! What's your name?! (leedlo con acento australiano, por favor).
- Emma.
- Ah, nice. Do you want a beer?
- No.
- Oh. Are you underage?
- No.
Fin. Ya me podéis matar.

3.Cuando realmente ligas sin querer y encima son bordes contigo. Dos hombres americanos se pusieron a hablar conmigo y una amiga por fin de año y, yo, que me esfuerzo en hablar en inglés me sueltan:
- Tienes algo...
- Qué?
- Que tienes algo en los dientes.
- Ah gracias.
- De nada.
ummf, umfff, ummmf

También está la vez que un viejo verde se ofreció a comprarme ropa, la que un hipster de pueblo confesó llevar gafas sin cristal, la vez en la que un italiano intentó bailar una lenta conmigo en la misma disco del australiano o ese francés que lo único que sabía decir en castellano era "Pero yo te quiero", o eso parecía.  Y... bueno creo que voy a parar de contar mis desastres amorosos porque me estoy deprimiendo.

Para demostraros que no soy un completo cero en estas cosas voy a dramatizar para vosotrxs la única vez que estoy orgullosa de haber ligado (y sí, también hice muestras de mi ingenio y de mi coquetería):
- No me gusta mucho ir por Barcelona de noche-. farfulló el afortunado ganador la primera vez que nos conocimos.
- Ahhh, pues tranqui que yo tengo conocimientos ninjas y te defenderé.
(Cabe destacar que él me saca dos cabezas. Lo niega pero yo sé que lo conquisté por decir eso).




lunes, 5 de diciembre de 2016

Mi primer trabajo

Últimamente he estado pensando mucho en mi primer trabajo. Fueron solo dos meses y durante el verano, pero recordándolos ahora, tras un tiempo, parece que hubieran sido dos días. Vale, puede que en aquel momento hubiera acabado harta de la gente y hubiera acabado sin ganas de vivir pero con la cartera más gordita. Pero como experiencia en general, me lo pasé muy bien y, jo, lo echo de menos. Jolín, fue mi primer trabajo, eso quedará marcado para siempre. 
A veces echo de menos a los compañeros aunque a veces fueran insoportables, incluso también a las encargadas.

¿Y anécdotas? Oh, de eso tengo mucho. Y no os penséis que os libraréis de ellas. Antes de nada, me voy a poner un poco melancólica.

Debo admitir, que lo pasé fatal las primeras semanas (concretamente las dos primeras). No conocía a nadie – algunos de vista – y mi gran capacidad para socializar(nótese la ironía)me hizo incapaz de entablar una conversación normal con ellos. Yo no hablaba con nadie y, recíprocamente, nadie hablaba conmigo. Y no les culpo: fui yo la que se encerró. Lo se, lo se... es una cosa que trato mejorar... darme tiempo. Pero una vez empecé a coger confianza, fue cuando me lo empecé a pasar bien. No nos podíamos considerar amigos (tampoco lo queríamos) pero se creó un ambiente muy bueno y ese es otro de los motivos por los que guardo tan buen recuerdo de ese sitio. Incluso mis encargadas eran geniales y eso ya es tener mucha suerte.

Bueno, ¿estáis listos para las anécdotas? Porque aquí vienen.

PRIMER DÍA:
Empecemos por el principio: mi primer día. Por si no lo sabíais, el trabajo era de cajera/re-ponedora de supermercado. Era un supermercado nuevo, pero literal: cuando entré, hacía una escasa semana que lo habían inaugurado. Pero no os penséis que era el típico supermercado pequeño de pueblo: no, era una nave enorme. 
En realidad, no es verdad que ese fuera el primer día: había estado haciendo una prueba (en la que estuve una jornada completa en el puesto de cajera) el día anterior y me asignaron a ese supermercado.
Bueno, que empecé ya oficialmente en ese supermercado enorme. Poneos en situación: ocho de la mañana, Alice nerviosísima y muerta de miedo. Se acerca la encargada y le dice ''ven conmigo''. Cágate lorito. Alice sigue a la encargada arrastrando sus pies y sudando la gota gorda. Entran en el almacén. ''tenemos ya muchas cajeras. Tú a repostar''. ¡¿QUÉ?!. Aquí es cuando a Alice le da un leve jamacuco. ''eemm... pero... yo no se qué tengo que hacer... solo he hecho la prueba de cajera''. La encargada pone los ojos en blanco y resopla. ''Ven conmigo, es muy fácil. Estamos en el almacén. ¿te has fijado que falta pasta? (no, no me había fijado. Como para fijarme). Pues, buscas la pasta, coges un carro y vas rellenando. Listo, chau. Ah, por cierto, como la nave es nueva, tenemos el almacén hecho un cristo. Suerte encontrando la pasta. Ale, me voy a hacer cosas de encargada''.
Vale, puede que fuera más sutil. Pero si, el almacén era la cosificación del caos. Estuve más de media hora buscando la maldita pasta. Pluma nº 6, aún me acuerdo. Al final, se me acercó un genial señor del almacén que me intentó ayudar (sin ningún éxito). 
… acabé la jornada colocando los doscientosmil productos sin gluten que acababan de llegar. Y ese fue mi primer día.

A las dos semanas me fueron cambiando de cajera a re-ponedora y al final me quedé de cajera.

Las dos siguientes anécdotas sucedieron cuando me encontraba en la caja.

EL HOLANDÉS HERRANTE CASCARRABIAS:
Debo admitir, que era una cajera bastante buena. Tampoco destacaba mucho, pero sí que fue la que más dinero hizo durante casi una semana consecutiva (it's something).
Por lo tanto, he atendido a tantos clientes que no me acuerdo casi de ninguno. Pero hay algunos que destacan entre el resto, oh si destacan... madre mía si destacan. Uno de ellos es este holandés.
Es una historia tan absurda, que de absurda da rabia.
El caso, es que le pasé los productos y le iba a cobrar. Vale, perfecto. Si no recuerdo mal, la compra le salió por unos 9,97 o algo parecido. Él me da un billete de 10€. Espero por si me quiere dar el pico. Nada. Lo apunto en el ordenador, abro la caja y cojo los tres céntimos de cambio. Cierro la caja. Se los voy a dar, cuando me quiere dar los 0,97€ para que yo le devuelva un euro. Aquí es donde la cosa empieza a torcerse. Una vez he anotado el dinero, abierto la caja y cerrado, no se puede cambiar nada. Solo la encargada puede hacerlo. Le digo al señor que no puedo. Veo que empieza a ponerse nervioso. Me pongo nerviosa. Aquí es cuando me bloqueo: empiezo a repetirle ''no puedo'' y a negar con la cabeza. Él imita mi gesto y me empieza a gritar en holandés (estoy segura, por la entonación, que cayó algún que otro insulto). 
Lo peor de todo es que no estaba solo: su hijo – que debería tener mi edad – lo miraba y por su cara, estaba deseando que se lo tragara la tierra. Miro al hijo con cara de súplica. Él lo intenta calmar y recibe más gritos por parte de su padre. Al final, el padre, me tira los tres céntimos y se marcha. Y el pobre hijo me pide perdón.
Bonito, ¿verdad? Aún lo pienso y me sabe fatal por el pobre chico: vaya padre le ha tocado. 
Ahora me acuerdo de la situación con cierta ironía, pero en ese momento casi me deshago en mil pedazos y me convierto en polvo y adiós mundo.




LOS RUSOS QUE NO PARECÍAN RUSOS 
por no decir humanos
En serio, tenían más plástico en la cara que la Barbie. Pues eso, les paso la compra y cuando les voy a cobrar, me quieren dar un billete de 500€. La empresa no aceptaba los billetes violetas, a ver, es lógico: si era una compra mínima a 400€ las cajeras nos quedaríamos sin cambio. Así que le dije que nanai. Tuve la gran suerte que la encargada estaba detrás mío, porque el ruso me empezó a gritar ya que no tenía otro billete más pequeño y me demandaba hablar con mi jefa. Pensad que esto fue posterior a la situación del Holandés: no iba a dejar que me volvieran a tratar de la misma manera. Me giro con toda la elegancia del mundo y le digo a la encargada lo que está pasando. Y como ella es una mujer de armas tomar, los puso finos filipinos (en serio, esa mujer tiene mucho carácter). Al final pagaron con tarjeta y yo recibí unas grandes y preciosas miradas cargadas de veneno y de botox.





Y me pasaron muchas más cosas. Como un día, que me pusieron en el puesto de la fruta y fue tan aburrido que me dio tiempo a escribir el argumento de un libro en una etiqueta que ya no servía.

Y la primera vez que tuve que usar el megáfono (¿micrófono?¿megáfono?), que me salvé porque a la chica a la que iba a llamar, apareció por la esquina y la llamé de manera eufórica a base de gestos. En fin... muchas cosas, muchos recuerdos: tanto buenos como malos.

Y esta es la entrada. 

Ya lo se, ya lo se... no estoy publicando nada de lo que dije que publicaría en mi presentación. La vida es así ¿no? Dices unas cosas y luego haces otras... de todas maneras, estoy cocinando una entrada más creepy. ¿cuando la publicaré? Ah, eso no se sabe.

Pues eso, espero que os hayan gustado mis aventuras por el mundo laboral y mundano. Y eso, que...

hala, adiós.
- Alice.






domingo, 4 de diciembre de 2016

La gorda que va al gimnasio

¡Gregordi ha vuelto a animar la fiesta!

Si, como habéis leído en el título, una gorda que va al gimnasio... ¡¡y encima no lo ha dejado en el segundo día!! Paradojas de la vida ( y encima vegana)
Os voy a recopilar   experiencias que vivimos de alguna manera las gordas, y las mujeres  en general.
El primer día de gimnasio. Es lo más difícil creo yo. El hecho de ser le noob, y creer que serás observada por todes es algo que tira para atrás. Por eso, obligué, convencí a mi querida  Emma  para que me acompañase. Después de haber vivido todo una odisea para llegar al gimnasio. Sumémosle a lo de gorda TORPE, y vaya, eso ya es...  Me caí ese mismo día en una máquina de pesas... Sí, esa soy yo. ¿Lo recuerdas, Emma?
                                                                                                                                                                                                                                                                                                           
       A la tercera va la vencida. Dejé los gimnasios a los que "iba" dos veces, y ahora decidí que no iba a caer a la  comodidad del sofá. Además,poco a poco me  empezaba a gustar el gym, y lo que antes era tortura, ahora es deleite.
Ya llevo un mes, yendo siempre que puedo aunque viva a 45 kilómetros del  gimnasio y tenga que pillar el tren, y perder una hora de ida y vuelta, en vez de dormir en los findes. 



Sé que algunes pensaréis que es una obsesión con perder peso, por el hecho de ser gorda y tal, pero... NO amigues. No se puede ni se debe vivir con la obsesión de adelgazar, carajo, eso no es vida.
Pero antes, necesitaba mi look fitness para el gimnasio. Tuve que recorrer toda Europa, y el norte de África para encontrar unos leggings donde cabiera mi culo.

Y después de  armarme comprar todo lo que necesitaba para ir al gimnasio sin excusas.
Mi rutina  básicamente la hago en las máquinas, cardio y luego tonifico, Pero el otro día se me ocurrió probar la clase de zumba. No había pensado que estaba reventada de por si, llevaba dos horas machacándome en las máquinas. En los primeros minutos me estaba planteando salir corriendo de allí, pero aguanté hasta el final. En el otro gimnasio, lo que más hacía era ir a clases, y ya no recordaba esta sensación. "ser la gorda" de la clase  no solo se remite a la escuela también a gimnasio. El hecho de que este justo delante tuya un espejo es algo que estresa muchísimo, al  menos para mi. Me veo allí, y me comparo con les demás, y jope, "qué mal lo hago" y me distrae. Porque me pongo nerviosa, y mi coordinación ya de por si es pésima, y me bloqueo. Además que  crees que todas las miradas caerán sobre ti pero no es verdad.  Y jo va, había unos cuatro tíos parados fuera de la sala, mirándonos fijamente y sonriendo, iros a pastar o algo.


Aunque bueno, el otro día en ciclismo virtual, había un muyayo dleante mia  que no apraba de girarse para mirar si seguía el ritmo d ela clae. Si, me miraba a mi, porque solo estaba yo detás.  Y estaba  punto de tirarle la botella de agua encima de la cabeza.

Y en las máquinas voy a mi bola, me pongo mi querida música(sin ésta yo no podría hacer nada) y como si no existiera nada más alrededor. En realidad, todes en el gym hacen lo mismo. Pero hace unos días cuando terminé de usar la máquina de pesas para tonificar los glúteos, había dos babosos   justo detrás mirándome fijamente, y sin disimular. o SEA, HELLO? Quería entrenar más, peor estaba tan incómoda que huí a los vestuarios.

Los vestuarios es otro tema, cuando era una mozuela, más adolescente, me era imposible pensar en ducharme allí, mi autoestima bajo tierra me lo causaba.Creía que mi cuerpo gordo destacaba en medio de todos esos "cuerpos perfectos(normativos)" Pero esto ya está superado, yo ya no puedo pasearme delante del espejo sin pensar "¿¿pero... cómo se puede estar tan buenota??"  A quien no le guste, pues que no mire, entiendo que tanta sensualidad pueda dañar a los ojos.




Hay algo que me molesta mucho también: los machis que te minusvaloran por ser mujer y ser gorda. Esos d los que se quejan de que estar gorde es insano,  que somos unes vagues de mierda. Pero luego, al vernos en el gym piensan/dien "esta no durará" o se mofan de nosotres porque nos cuesta más algunas cosas.  Pero luego, cuando están en la parte de pesas, y la única mujer es gorda, y no es su primer día...

Queridis, buscad vuestra autoestima en otro lado, que no tengo chichi para farolillos
Ahora que lo pienso, tampoco hay tanto que contar, soy como todes, pero la gordofobia está vayas donde vayas, y mis complejos los he de superar.
El gimnasio es un sitio de desconexión,  de autosuperación y de paz. Además que nos ayuda a mejorar nuestra calidad de vida,  y de combatir el estrés de nuestro día a día. Si queréis ir al gimnasio, hacedlo, tiene más beneficio que quedarse en casa como siempre hacemos. De ese sufrimiento que padecemos, surge el placer de la auto superación. Cuerpo sano, vida sana, y recordad, siempre tratad de ser felices.


PD: Querides gordes, no vayáis al gimnasio para poder ponerte ese vestido tan sexy, porque piensas que con unos kilos menos te quedaría mejor. Ponteo, y sal a hacer twerk.  Ya que tenemos el culo gordo, aprovechemoslo para algo! ;)

-Gregordi