Florence Foster Jenkins era una cantante terriblemente pésima*. Y, sin embargo, fue el disco más vendido de una discográfica y cincuenta años después de su muerte se ha estrenado una película basada en su vida y protagonizada por la insuperable Meryl Streep. Probablemente os preguntaréis por qué hacer una película de una mujer cuya mayor virtud fue cantar mal y precisamente esto es la que intentaré responder en esta entrada.
Cantar mal no es un problema cuando se tiene dinero y Florence tenía mucho. Gracias a eso podía pagarse el mejor profesor (que la engañaba totalmente diciéndole que era la mejor cantante) o conseguir cantar en los mejores teatros: si hay dinero de por medio, la gente no duda en aplaudirte por mucho que desafines más que una gata dando a luz.
Y gracias al dinero y a un marido que lucha con garras y uñas para mantener la ilusión (representado por Hugh Grant, uno de mis primeros amores platónicos) Florence realmente creerá que es una gran cantante y no dudará en compartir su "don" con todo el mundo.
Únicamente hace falta ver su cara para saber que realmente lo cree.
Pero es la ilusión y pasión con la que canta lo que hará que se gane a fieles seguidores como su pianista (interpretado por Simon Helberg, cuyas expresiones de desconcierto son magistrales) o una chica que pese prometer ser una odiosa rubia tonta** al principio, lentamente se convertirá en mi personaje favorito de la peli. De modo que pese a ser una cantante pésima, su voluntad y pasión si son dignas de admiración y aplausos.
Y es que Florence Foster Perkins amó la música toda su vida. De pequeña fue una gran pianista y más tarde, debido a una malatía (estoy intentando hacer los mínimos spoilers posibles) y a la negativa de su padre, pasará a producir los mayores eventos musicales del Nueva York del momento. Hasta que, finalmente, se decida a hacer lo que realmente desea: cantar.
Por todo esto, Florence es sin duda un ejemplo a seguir. Ella tiene claro su sueño y luchará para conseguirlo y compartirlo con el mundo, no importa que sea mala o buena. Y ya puestos ¿quién decide que alguien es un verdadero artista? ¿No depende todo de la perspectiva? Quizá ya estoy empezando a divagar, así que voy a parar aquí.
Antes de acabar pero voy a aprovechar a decir que he decido que Florence es también una de mis Emmas: ella también ha creado un mundo paralelo al real donde poder ser feliz. Y yo, por mi lado, estoy intentando ver la vida desde su perspectiva: no importa si opináis que soy una mala escritora, lo importante es que pienso escribir con la misma pasión que ella cantó.
- Emma
Esta es, sin duda, la mejor escena de la película
* (Si queréis escuchar a la verdadera Florence Foster Perkins para haceros una idea de lo terrible que era clicad aquí)
** yo misma soy una rubia tonta así que puedo permitirme el lujo de decírselo a otras.
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