jueves, 13 de octubre de 2016

Buenas Noches

Con las yemas de los dedos acaricio las hojas de papel.

Un gesto íntimo. Una amenaza. Un acuerdo.

La blancor aún no transgredida desafía mi entera existencia en su larga extensión. Sigo acariciándolas hechizada, como repitiendo un mantra.

Mis miedos, mis secretos, mis sombras, mis alegrías, mis mentiras, mis deseos... mis ilusiones... se condensan, se funden indisolubles. Mi mente ligera y desprovista de razones vuela por lugares cercanos, se centra en detalles repentinamente interesantes; la suavidad del papel, las arrugas de los márgenes, las impresiones táctiles de palabras ya olvidadas...

Me detengo.

Mis párpados se cierran por propio peso.

Lucho.

Restriego mi fría nariz contra el antebrazo donde descansa la cabeza. Las puntas de mis pies se retuercen debajo de la manta en busca de calor. Dibujo con un dedo el movimiento de la música. Los enormes cascos que ostento reproducen notas danzarinas que me susurran sueños.

Mi brazo se ha dormido. Cambio de postura.

Me acurruco entre las sábanas y me abandono al ritmo. Nunca seré capaz de volver a despertarme.


                                      - Sta Rigoberta.

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