jueves, 2 de febrero de 2017

Reflexiones II: Corrupta

Vacía. Su mente estaba vacía.

No porque era una ignorante, no, era más bien lo contrario: sabía demasiado. Demasiado sobre el mundo, sobre como funcionaban las personas, sobre lo que pensaban y dejaban de pensar: sus respuestas y acciones. Conocía los mecanismos de la realidad, esos que la mayoría ignoraban. Ella no lo hacía: no podía hacerlo. Simplemente lo obviaba. Y no lo hacía por desinterés o por falta de importancia, no, era por su propio bien.

Si se detenía a pensar, si paraba de avanzar y analizaba con demora lo que se le había presentado, se rompía. Se ahogaba. Su mente se poblaba de pensamientos distintos, se convertía en un mar en el que desembocaban ríos cargados de agua putrefacta y sucia, con corrientes tan fuertes que desmoronaban el curso natural del oleaje y hacían que los flujos tranquilos, los calmantes, colapsaran, se rompieran violentamente.

Ya se había encontrado en esa situación con anterioridad. Aunque nunca estaba segura si había conseguido salir de esta o simplemente el mar se había acostumbrado a la ferocidad. Así, al hacer eso solo estaba silenciando una alarma. Los pensamientos contaminados seguían paseándose en su cabeza. Seguían ensuciando su casta mente. La corrompían por dentro.

Pero ella lo ignoraba: encontraba una distracción en la que se apoyaba llena de esperanza, hasta que esta dejaba de surtir efecto, entonces iba en busca de otra. Ella pensaba que la llenaban, que purificaban su mente. Pero solo eran parches que se gastaban y que resbalaban por el propio peso de la mugre.

¿Qué hacer con su mente? No era tan sencillo como coger todos esos pensamientos y tirarlos a la basura. No era tan sencillo como soltarlos y quemarlos. Como apagar un interruptor. 

...

EGOÍSTA

yo, yo, yo.

No se daba cuenta. Pensaba que era única, diferente, destacable: se equivocaba. 


Ella había creado su propia prisión, su mundo, se había acomodado y al darse cuenta de la naturaleza de su creación, intentaba retroceder, cavar un túnel con una cuchara de plástico. Todo esto sin ver que la puerta estaba abierta, que con solo pensarlo la podía atravesar.

El mundo era corrupto, pero ella también.


- Alice.

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