lunes, 26 de septiembre de 2016

Gerda

No Taro, que no sé usar una reflex.

La peque y orgullosa del grupo. Supongo que estaría bien que me presentara diciendo que me gusta leer, el cine, la fotografía —verla, no hacerla, porque los enfoques y yo no nos llevamos bien—, el periodismo, la pintura impresionista y el guacamole. Porque realmente todo eso es verdad. Pero en realidad se me conoce como aquella niña rojilla de ahí. Sí, la que nació en 1997 pero lleva la tricolor hasta en la sopa, y que probablemente se pase las clases de Historia de la Crítica pensando en cómo hacer viable el marxismo-leninismo en la Europa del siglo XXI. Eso sí, también me interesan mucho los nazis. Pero esos solo desde la distancia, tranquilos. 


En particular, este señoritingo de aquí.

Y a esto vienen los señores alemanes trajeados y la Internacional, primera, segunda o tercera: yo he venido aquí, como se dice, a hablar de libros, pero también de mucha verborrea política. O, lo mejor de todo, libros que hablen de política; con Gerda Taro, la fotógrafa alemana que me da nombre, comparto un interés casi enfermizo por la Guerra Civil, y es, sobre todo, ese tipo de libros de los que me gustaría hablar. Eso sí, ella tenía aportaciones más interesantes y un churri que ha pasado a la Historia como el fotógrafo de guerra por excelencia, pero se intentará hacer lo que se pueda.

No me extenderé más, pero como dice el gran icono de referencia que es el Rey Jorge en Hamilton, «volveréis, y me veréis», todo seguido por un coro hermoso de «la da da, la da da da da da da» que este soporte escrito no me permite imitar.

¡Nos leemos!

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